Obras Recientes - Complejo Cultural Santa Cruz (2007)
Complejo Cultural Santa Cruz - Sala de Arte Contemporáneo - Abril 2007
OBRAS RECIENTESLa obra que presenta Gabriela Salgado en el Complejo Cultural Santa Cruz, pertenece a los dos últimos eslabones de su producción, que si bien podríamos definir como dos instancias independientes, entretejen una relación casi parental entre ambas. Con esta puesta Gabriela ha propiciado en el espectador dos situaciones vivenciales diferentes.
Una primera que se establece en la esfera de lo íntimo, una puerta que se abre al espacio casi autorreferencial de la artista. Luego un segundo momento en el cual este mundo se descomprime permitiendo al espectador establecerse en los surcos o intersticios mediante un juego de espejos.
Las obras que se inscriben dentro del ámbito específico de la pintura y el collage constituyen un cierto retroceso en el tiempo, el tiempo de la propia historia de la artista que no excluye una cierta memoria colectiva.
Mediante una imagen articulada sobre pinceladas azules o blancas y rescatada de un antiguo y familiar juego de loza inglesa, iniciamos un trayecto que no solamente nos lleva por las cercanías afectivas de los recuerdos de Gabriela sino que también nos circunscribe en el ámbito socio-cultural del los años 50 y 60.
Estas obras funcionan casi como representación identitaria, no solamente de la artista sino también del espectador que es invitado a traspasar los límites del tiempo mediante el reconocimiento iconográfico.
Un reconocimiento que evoca una historia argentina que comenzaba a saborear el canto del confort.
El rasgo iconográfico presentado en estas obras: hojas, flores, tallos se superponen unos a otros, ya no pretenden el ordenamiento estructural que la loza presentaba, han sido transformados en una maraña casi apabullante de líneas y formas que se vertebran entre, por debajo y por encima de páginas de antiguas revistas “Mucho Gusto”.
Es mas bien un modelo a la vez íntimo y social que, si bien se articuló como contenedor afectivo y casi sociológico en años pasados, hoy ha sido ampliado, escrutado y desarticulado en su totalidad.
Hay quien podría involucrar estas imágenes presentadas por Gabriela, como sesgadas por una evocación a las últimas corrientes “neo-feministas” debido a la elección particular de retomar elementos domésticos que refieren directamente al mundo de lo femenino. Nada mas lejos estaría la intención de la artista que inscribirse en las columnas del neo-feminismo. Su discurso tiende mas a una silenciosa descripción y llamado a la memoria que a un “enarbolar banderas” de igualdad y participación.
Ya en una segunda etapa mas cercana en el tiempo, su última producción, - la cual comienza a principios del 2006 - se ubican la piezas trabajadas sobre placas de espejos, en las cuales se refleja el espectador en los surcos o “intersticios” surgidos entre gajos de – nuevamente- páginas de revistas “Mucho Gusto”.
La llamada a la memoria es constante, y es ésta memoria el nexo de unión mas contundente que articula las dos fases de la muestra presentada. Pero esta vez Gabriela ha dado un paso atrás, permitiendo la incorporación personal y concreta del espectador en la obra. Este movimiento de la artista, involucra un proyecto que, a mi entender permite poner en primer lugar la idea de fragmento y realidad fragmentada en la cual estamos todos inmersos.
Al vernos reflejados en la obra, nos descubrimos solos fragmentariamente y somos conscientes que nuestra intromisión en la misma es aleatoria, lábil, momentánea y por supuesto imposible de asir en su totalidad, lo cual le imprime a cada pieza una calidad cambiante, única, que solo es puesta en funcionamiento con la presencia del espectador.
Solo hay una cosa que no cambia, y es el fragmento de la memoria que fue elegido, recortado y pegado sobre la superficie. El pasado es un hecho sin posibilidad de cambio, que solo adquiere sentido si es puesto en juego con el presente – y solo nuestra participación, aunque mas no sea fugaz y fragmentaria - es susceptible de darle sentido a la realidad.
La utilización del espejo en la historia del arte fue el resultado de discursos sobre la obra misma, el medio y la circunstancia existencial que la genera, y ha sido consecuencia de posturas que abarcaban tanto el Póvera como el Minimal, en las cuales el problema planteado mediante el material revestía casi con exclusividad al mundo del arte.
En la propuesta de Gabriela el espejo es utilizado como un catalizador de emociones particulares y subjetivas, en la cual no se plantean problemas ligados a la esfera propia del hecho artístico, sino mas bien, es propiciatoria de un diálogo reservado entre la artista, la obra y el espectador.
Podríamos ubicar la obra de Gabriela Salgado en el grupo de aquellos artistas que no se posicionan dentro de las últimas estrategias artísticas de moda, ni junto a los que se alinean detrás de las luces titilantes de las nuevas técnicas y medios.
Gabriela se define con un trabajo austero, silencioso, donde procedimientos elementales como el collage y la pincelada sostienen un discurso vigente y a la vez capaz de traducirse como imagen metafórica en un todo consonante a la contemporaneidad, con recursos que van desde posicionamientos intertextuales, mediante citas a un tipo especifico de publicación; y la pintura que se afirma en un gesto, que lejos de ser expresionista, subjetivista o emotivo, se revela cargado de significación en cuanto idea y metonimia de la posibilidad de “de-construcción”.
Maria Gnecco - Febrero 2007